
Quedó ciego de niño, probablemente a los ocho años, circunstancia adversa que no le impidió cursar brillantemente estudios musicales. Tuvo siempre una gran vocación musical y por eso se trasladó a Palencia donde se encontraba García de Baeza, organista de la catedral, con quien continuó sus estudios.
Cuando sólo contaba 18 años de edad entró al servicio de la Casa Real de España en tiempos del Emperador Carlos V y la Emperatriz Isabel de Portugal.
Se dedicó sobre todo a la música para teclado. Trabajó y desarrolló nuevas formas.
Doce años después de su muerte, su hijo Hernando de Cabezón publicó su obra. Llevó el título de Obras de música para tecla, arpa y vihuela de Antonio de Cabezón.
En su pueblo natal de Castrillo Matajudíos tiene dedicada una placa en la plaza Mayor. La casa donde nació se conserva y se puede visitar.
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